martes, 14 de abril de 2009

SEXO

Del libro "Copas de Bohemia":

El sexo como éxtasis religioso y supremo:

El baile de las hadas que me hipnotiza y extasía:
Los ojos miran pero no analizan, intuyen pero no comprenden; recorren tu cuerpo sin rozarte y te filtran por el tamiz de la ilusión. Cómo un cuerpo etéreo que fuera el alma, llega tu imagen a mi retina. Mentiras en mi cabeza que te alzan e idolatran. Entre todos te vi brillar con una luz maravillosa que resplandece deslumbrante; aura tuya que nubla la razón y engaña al intelecto.
Te oí, oídos taponados por la cera que arde en las velas de la religión callada del erotismo, iglesia de alcoba donde el santo eres tú, devoción secreta; mis oídos que el canto sacro de tu voz acuna en las noches de dolor sin ti. Te oí y mecí mi cuerpo al son de tu lamento de amor.
Olor, perfume de incienso y azahar que mi olfato de perro viejo cree sentir y que las hormonas confunden; pebetero tuyo del bosque donde crece el roble solitario, drago enorme de mis pesadillas de placer. Esencia preciosa que derramas con tus manos en tus noches de tortura como Onán sembraba el campo te imagino como Príapo en Éfeso.
Sabor de tu boca intenso, donde la nicotina es vainilla y la menta canela, postre dulce y amargo que alimenta mi apetito y calma mi sed de besos. Agua tuya dame de beber y roza mi aliento con tu lengua venenosa de serpiente pecadora que me lleve a los infiernos de tus promesas encantadoras. Muerde mi cuello, murciélago de la noche y sacia tu hambre caníbal; cómeme despacio sin atragantar el tiempo.
Pon tus suaves garras sobre mí, como mariposas que sacian su pasión en las flores de mi piel, miles de insectos se pasean desde tus dedos, yemas dulces de cosquillas frenéticas; hormigas que buscan el sendero del alimento fácil, busca con tus huellas el camino hacia mi miedo. Recorre el mapa de mi cuerpo con la lupa de tu curiosidad primera; cada lunar es un punto que indica un deseo, un pelo un árbol, una cicatriz un recuerdo. Mi sudor un lago, mi deseo un desierto, mis labios un oasis, mis pechos un lamento, montañas donde escalar subiendo hacia el cielo. Mi pezón te adora como cruz que corona la cima del monte que tú exploras. Cubre con tus manos las copas calladas de mis senos que te llaman.
Busca mi ombligo con tu lengua furtiva, cazadora de fieras en la selva de tu amazona. Extiende tus dedos como lianas por el monte de la diosa romana, corteja a esa dama inquieta que desde la puerta de su guarida te espera gritando, impaciente cubierta de gelatina blanca; llama a la puerta de mi alma eterna que goza esperando tu caricia nueva; mis ríos se desbordan en cataratas densas, como Moisés puso la vara y brotó el agua; pon tus dedos y tus labios y deshidrata mi cuerpo, vacía mi pozo de brocal negro; busca en su fondo un anillo de fuego.
Como dos planetas que bailasen juntos entre estrellas muertas y rayos de luna, la danza del mar y sus olas que nunca llegan, bailamos unidos en un nudo marinero que nos engancha al otro como droga alucinante que obnubila todas las razones.
Los puentes se unen, los ojos se miran, las bocas se acercan, las lenguas se atrapan; callar no puede la tentación palabras de color dorado con tintes de plata; palabras obscenas con música celeste, que el eco repite en el estómago del alma.
San Pedro abre las puertas del cielo con tu llave de plata, sacrifica a tu hija que el dios del deseo te lo manda, clavando tu puñal en el fondo de mi alma.
El corazón marca un ritmo de taquicardia en tus caderas y las mías a un mismo paso de salsa. La electricidad me recorre, desde tu enchufe me enciendes todas las luces del karma; los chakras se estrellan, sucumben las áureas, los cielos se abren y las carnes sangran sudores de hielo que pinchan los huesos y elevan la cama.
Entera tu alma por tu grifo se derrama, el volcán despierta en un maremoto de sal y agua; explotamos desde dentro y las chispas saltan, la muerte tan cerca asusta y exalta; miras a los ojos a Dios y cuando parece hablar se apaga; la paz te inunda, el cuerpo se vacía, se depuran las tensiones, nervios, pasiones, dolor, odio, toxinas, vida... una onda de color, silencio, vigor, energía, sosiego y sueño baña cuerpos, almas y pensamientos.
El alma regresa al cuerpo; los dedos vuelven a ser dedos, las lenguas secas, los ojos negros, oídos sordos, frío, calor y aliento. El viento cesa, el río calma, el volcán duerme, la tierra llana, la yerba quieta, la luna se apaga.
Calma, celeste, calma.
Más fuego habrá mañana.

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